Entre
tantas preocupaciones de la gente, no recuerdo que haya una vez que
alguien me preguntó si es pecado mentir, engañar, robar, matar, cometer
adulterio, o codiciar. También ha pasado mucho tiempo desde que alguien
me ha preguntado si un cristiano debe leer la Biblia, orar, o compartir
con otros la salvación de Jesucristo. La Biblia es clara en todas estas
áreas.
Sin embargo, sí hay una clase de preguntas que caen en medio de todo. Son temas sobre qué hacer con la libertad cristiana – temas que caen en las áreas grises. ¿Qué clase de entretenimiento es aceptable? ¿Qué clase de música está bien? ¿Qué cosas pueden hacer los cristianos los domingos? ¿Y qué de nuestra ropa, lo que comemos y bebemos, o cómo usamos nuestro tiempo extra – habla la Biblia sobre estas cosas?
Algunos
dirán, “No, la Biblia no habla sobre estos temas. Haz lo que quieras
hacer - ¡Eres libre en Cristo!” Mientras sea verdad que la Biblia no
habla específicamente sobre cada decisión que tendrás que hacer en tu
vida, no cambian los principios que
gobiernan la libertad cristiana. Cuando pasas las “áreas grises” por la
red de los principios de la Palabra de Dios, confió que encontrarás
claridad y verdadera libertad para vivir tu vida para la gloria de Dios.
No hagas nada que pueda dañar tu cuerpo o traerle vergüenza – es el único instrumento que tienes para glorificar a Dios. Romanos 6:13 dice, “Ni tampoco presentéis vuestros miembros al pecado como instrumentos de iniquidad, sino presentaos vosotros mismos a Dios como vivos de entre los muertos, y vuestros miembros a Dios como instrumentos de justicia”. La forma en que uses tu cuerpo siempre debe reflejar tu deseo de honrar a Jesucristo.
¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros? Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios (1 Cor. 6:19-20).
Todas las cosas me son lícitas, mas no todas convienen; todas las cosas me son lícitas, mas yo no me dejaré dominar de ninguna (1 Cor. 6:12).
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