La parábola relataba hechos reales o ficticios,
o cosas de la vida común y dejaban un mensaje. El Señor Jesucristo las
narró magistralmente, como la parábola de la fiesta de Boda, los que
fueron invitados no fueron dignos, se tuvo que invitar a buenos y
malos, cuando el rey entró vio a uno que no estaba vestido de boda, lo
expulsó. Muchos son llamados a ser salvos pero pocos escogidos, porque
solo en Cristo somos dignos para Dios.
Los fariseos legalistas creían en la resurrección de los muertos, en
cambio los saduceos no lo creían; estos grupos dieron problemas al
Señor, quien les da cátedra a los fariseos y resume la ley, al amar a
Dios con todo el corazón y al prójimo como se ama uno mismo. “Ama al
Señor tu Dios con todo tu corazón, con todo tu ser y con toda tu mente
–le respondió Jesús- Éste es el primero y el más importante de los
mandamientos. El segundo se parece a éste: Ama a tu prójimo como a ti
mismo” Mateo 22:37-39
El Señor es justo y dice: “Dad al César lo que es del César y a Dios lo
que es de Dios”. Paga tus impuestos a tu nación y da al Señor los
diezmos y ofrendas correspondientes.
El Señor Jesucristo censura duramente la actitud de los fariseos y
escribas hipócritas, insensibles al dolor humano, legalistas y
testarudos. El colmo de esto, es encontrar en la misma iglesia este
tipo de personas conflictivas, quisquillosas, carnales, que son
obstáculos para que otros conozcan a Dios.
No hay odio en Jesús, sino advertencias e indignación por el pecado.
“El mandato de la Ley mosaica de apartar para Dios la décima parte de
todo (Lv 27.30; Dt.14.22-23) fue aplicado rigurosamente por los rabinos
a determinados artículos de poco valor, en tanto que hacían a un lado
aspectos importantes del mensaje de los profetas. De los animales
mencionados en la Ley mosaica como inmundos, el mosquito era el más
pequeño (Lv 11.20-23) y el camello el más grande”. RV95