sábado, 1 de diciembre de 2012

LA MEDIDA DE LA MADUREZ ESPIRITUAL (Filipenses 1:18)

Puede medirse la madurez espiritual de un creyente por lo que puede quitarle el gozo. El gozo es un fruto de una vida guiada por el Espíritu (Gá. 5:22). Debemos regocijarnos siempre (Fil. 4:4; 1 Ts. 5:16). En todas las circunstancias el Espíritu Santo produce gozo, de modo que no debe haber ningún momento en el que no estemos regocijándonos de alguna manera.

El cambio, la confusión, las pruebas, los ataques, los deseos insatisfechos, el conflicto y las relaciones tirantes pueden quitarnos el equilibrio y despojarnos del gozo si no tenemos cuidado. Entonces hemos de llorar como el salmista: “Vuélveme el gozo de tu salvación” (Sal. 51:12).

Jesús dijo: “En el mundo tendréis aflicción” (Jn. 16:33), y el apóstol Santiago dijo: “Tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas” (Stg. 1:2). Dios tiene su propósito en nuestras aflicciones, pero nunca nos quita el gozo. A fin de mantener nuestro gozo debemos asumir la perspectiva de Dios respecto a nuestras pruebas. Cuando nos rendimos a la obra de su Espíritu en nuestra vida, no nos agobiarán nuestras dificultades.

Paz - Isaías 26:3-4

Paz. Dígase usted mismo esta palabra en un susurro, y puede sentir que su corazón se tranquiliza.
Cuando uno está en paz, uno siente una confianza interna de que las cosas no andan desordenadas; sin que importen las circunstancias. La mente descansa. El corazón no se acelera por la ansiedad. El enfoque es claro.

Pero demasiado a menudo, la paz es como esa mariposa elusiva. Incluso los creyentes la persiguen y hallan que está justo más allá de la punta de los dedos. Tal vez la más rara de todas las virtudes, la paz real viene sólo cuando uno decide creer en Dios y en Su Palabra.