miércoles, 31 de octubre de 2012

31 DE OCTUBRE - DÍA DE LA REFORMA PROTESTANTE

Hoy se cumplen 495 años del momento histórico que los historiadores señalan como el inicio de la Reforma Protestante. El 31 de Octubre de 1517 un monje agustino llamado Martín Lutero, hizo una invitación pública a discutir 95 tesis sobre la venta de indulgencias, las cuales fueron clavadas en la puerta de una iglesia en Wittemberg.

A modo de celebración quisimos postear una interpretación del famoso himno compuesto por Lutero, Castillo Fuerte es nuestro Dios, con imágenes de la película que fue estrenada el 16 de Diciembre de 2005, protagonizada por Joseph Fiennes en el papel de Lutero. Los cristianos no adoramos a Lutero, sino al Dios que Lutero predicaba, y quien fue para él un Castillo Fuerte en medio de una época turbulenta. Ese mismo Dios es quien ha prometido estar con los Suyos como un Castillo Fuerte, todos los días, hasta el fin del mundo.

Compositor: Martín Lutero

Himno: Castillo Fuerte es Nuestro Dios
Nombre original en alemán: Ein feste Burg ist unser Gott
Nombre en inglés: Mighty Fortress is our God
Idioma Original: Alemán (Deutsch)
Inspiración Bíblica: Salmo 46

Hay que reconocer la trampa

Cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido. Santiago 1:14

La tentación no viene de Dios, sino de adentro. El vocablo tentado se empleaba en contextos de cacería para describir animales que se atraen a las trampas, y se emplea seducido para describir pescar con una carnada. Toda persona es tentada cuando la trampa del pecado tiene una carnada que apela a su lujuria. La lujuria de una persona que responde a la seducción de la trampa la atrae engañosamente hasta el punto que es atrapada. 

¿Qué nos impulsa tanto hacia la carnada? No es Dios. Y tampoco lo son Satanás, ni sus demonios, ni el sistema malvado del mundo el que nos seduce para que mordamos el anzuelo. Es nuestra naturaleza lujuriosa la que nos impulsa a morderlo. Nuestra carne, nuestra naturaleza caída, tiene un deseo de lo malo. 

Desde una perspectiva espiritual, el problema es que, aunque hemos sido redimidos y hemos recibido una nueva naturaleza, tenemos todavía un enemigo dentro. La pasión interior de la carne, no Dios, es la culpable de que seamos tentados a pecar.