miércoles, 10 de octubre de 2012

La disciplina que viene de Dios Hebreos 12:5-11

Creo que “disciplina” es una de las palabras mas difícil de nuestro vocabulario, más que “sacrificio” o “perdón”. A todos nos gusta recibir perdón, pero a nadie le gusta recibir disciplina. Tenemos un concepto equivocado de la disciplina, porque la asociamos con castigo; cuando en realidad se trata de corregir lo que está torcido o cambiar los hábitos nocivos para el cuerpo, la mente o el espíritu. La disciplina del Señor no tiene que ver con castigo por el pecado. Tiene que ver con el ejercicio del Fruto del Espíritu: la mansedumbre (dominio propio).

Este es un recurso que Dios ha puesto a nuestra disposición por medio del Espíritu Santo. Requiere de nosotros obediencia, aceptar las circunstancias dolorosas, como oportunidades para perdonar, amar, aprender a esperar y confiar, para humillarnos y pedir perdón por los pecados, para experimentar la Gracia de Dios en nuestras vidas.
Muchas veces esperamos la oportunidad “perfecta” para hacer algo importante a los ojos de Dios. Pues bien, aceptemos la disciplina espiritual y cambiemos nuestra manera de comportarnos para agradar a Dios.