“El que quiere a su padre o a su madre más que
a mí no es digno de mí; el que quiere a su hijo o a su hija más que a
mí no es digno de mí; y el que no toma su cruz y me sigue no es digno
de mí. El que encuentre su vida, la perderá, y el que la pierda por mi
causa, la encontrará” (Mateo 10:37-39)
Visión, metas, planes, estrategias, acción a seguir, evaluación;
todo esto es clave en un proyecto, en una empresa y en la Iglesia.
Jesucristo, tuvo todo esto en mente al enviar a sus discípulos para
sanar a la gente.
El Señor Jesucristo seleccionó a los doce apóstoles, a quienes envió con instrucciones precisas al campo de la misión, a sanar los enfermos, expulsar los demonios, predicar el Evangelio del reino; a ser prudentes, a no temer en medio de oposición y los desafío a servir al Señor, al llevar su cruz, o sea identificarse con Cristo en su sufrimiento y su muerte.
Cristo no vino a poner odio ni que la familia se separe, sino a que ponga su prioridad en el Señor; no hay que llevar una cruz literal, al contrario, es identificarse con Cristo, y sujetarse a su señorío. ¿Él es tu Señor?
Luego habla de Juan el Bautista, quien tuvo dudas de Cristo, pero él,
lo comprendió y le dio un mensaje real, en que el Señor sana, resucita
y anuncia el Evangelio. Juan, fue el más grande mortal que Dios
levantó; pero en el reino de Dios, el más pequeño, es más grande que
Juan.
Jesús menciona que el pecado a Sodoma y Gomorra, será tolerable en
comparación de otras naciones no arrepentidas, culpables de pecados. El
Señor anima a depositar toda carga y problema en Él, ya que nos dará el
descanso para nuestra alma. ¿Haz llevado tu gran problema y crisis al
Señor? Él es la solución a tu conflicto. ¿Llevas su cruz? No un
crucifijo, sino la marca del discipulado al evangelizar y hacer obra
misionera.