sábado, 17 de noviembre de 2012

SEA SOLIDARIO Y TESTIFIQUE DE JESÚS - Juan 4-6


En Juan 4, para testificar. Primero, arme una estrategia de acercamiento para comunicarse. El Señor fue sincero, pidió agua, tenía sed y habló. Segundo, tumbe los mitos culturales; para un judío era prohibió hablar con los samaritanos, peor con una mujer: El Señor vence el mito, cultural, del sexo, y la religión. 

Jesús respetó a la mujer; pero le mostró el agua de vida. Tercero, despierte curiosidad. Cuarto, con tino, descubra la necesidad de su interlocutor. Quinto, presente a Cristo como Salvador y, Sexto, que cada persona sepa que hay vida y salvación en Jesucristo. Es interesante que el Señor enseñó a sus discípulos que los campos están listos para la cosecha de personas. “Muchos creyeron en él, por la palabra de la mujer”.
 
Jesús siendo de Nazaret, fue bienvenido en Galilea y aquí, un oficial del rey le rogó por la salud de su hijo. “Jesús le dijo: Vete, tu hijo vive. El hombre creyó la palabra que Jesús le dijo, y se fue”. Juan 4:50. Fue sanado su hijo y “creyó él con toda su casa”.  Testifique y haga buenas obras.

En Juan 5, Un hombre enfermo que estaba inválido durante treinta y ocho años, esperaba que alguien lo meta al estanque para su sanidad; pero se encontró con el Señor Jesús, quien inmediatamente le dice “recoge tu camilla y anda” y fue sanado en Sábado, los judíos lo querían matar al Señor, porque se hacía pasar como Dios y sanó en día de reposo. Jesucristo como ser humano se sometió al Padre, pero el mismo lo dijo: “El que se niega a honrar al Hijo no honra al Padre que lo envío”. Además, El que oye a Jesús y lo obedece “tiene vida eterna y no será juzgado, pues ha pasado de muerte a vida”.

Jesucristo dejó en claro que las señales milagrosas, el testimonio de Juan el Bautista y el mismo Padre, son suficientes para creer en Él y en Juan 5:39 “Escudriñad las Escrituras,  porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna,  y ellas son las que dan testimonio de mí”.  Cuando el impío no cree en Dios, no cree en Cristo y rechaza su plan de vida; pero el creyente lo adora, le sirve y testifica de su poder porque lo vive cada día. Por eso, deje la indiferencia, e invierta para cambiar vidas en Cristo.

Alberto pide un favor a su vecina, conversa y conoce la necesidad de ella y la lleva a Jesús. Marta, ayuda a Corina, al cuidarle los niños, le testifica de Dios y su amiga recibe al Señor. Ore y testifique para que otros sean salvos.