En Juan 4, para testificar. Primero, arme una
estrategia de acercamiento para comunicarse. El Señor fue sincero,
pidió agua, tenía sed y habló. Segundo, tumbe los mitos culturales;
para un judío era prohibió hablar con los samaritanos, peor con una
mujer: El Señor vence el mito, cultural, del sexo, y la religión.
Jesús
respetó a la mujer; pero le mostró el agua de vida. Tercero, despierte
curiosidad. Cuarto, con tino, descubra la necesidad de su interlocutor.
Quinto, presente a Cristo como Salvador y, Sexto, que cada persona sepa
que hay vida y salvación en Jesucristo. Es interesante que el Señor
enseñó a sus discípulos que los campos están listos para la cosecha de
personas. “Muchos creyeron en él, por la palabra de la mujer”.
Jesús siendo de Nazaret, fue bienvenido en Galilea y aquí, un
oficial del rey le rogó por la salud de su hijo. “Jesús le dijo: Vete,
tu hijo vive. El hombre creyó la palabra que Jesús le dijo, y se fue”.
Juan 4:50. Fue sanado su hijo y “creyó él con toda su casa”.
Testifique y haga buenas obras.
En Juan 5, Un hombre enfermo que estaba inválido durante treinta y ocho
años, esperaba que alguien lo meta al estanque para su sanidad; pero se
encontró con el Señor Jesús, quien inmediatamente le dice “recoge tu
camilla y anda” y fue sanado en Sábado, los judíos lo querían matar al
Señor, porque se hacía pasar como Dios y sanó en día de reposo.
Jesucristo como ser humano se sometió al Padre, pero el mismo lo dijo:
“El que se niega a honrar al Hijo no honra al Padre que lo envío”.
Además, El que oye a Jesús y lo obedece “tiene vida eterna y no será
juzgado, pues ha pasado de muerte a vida”.
Jesucristo dejó en claro que las señales milagrosas, el testimonio de
Juan el Bautista y el mismo Padre, son suficientes para creer en Él y
en Juan 5:39 “Escudriñad las Escrituras, porque a vosotros os
parece que en ellas tenéis la vida eterna, y ellas son las que
dan testimonio de mí”. Cuando el impío no cree en Dios, no cree
en Cristo y rechaza su plan de vida; pero el creyente lo adora, le
sirve y testifica de su poder porque lo vive cada día. Por eso, deje la
indiferencia, e invierta para cambiar vidas en Cristo.