jueves, 6 de diciembre de 2012

En las Manos de Dios - 1 Pedro 5:7

No podemos aferrarnos a nada, ni siquiera a un hijo o hija, más que a nuestra confianza en Dios. Si de manera auténtica confiamos en la soberanía y poder de Dios, descansaremos en la seguridad de que nuestros hijos e hijas están tan seguros ante el peligro que en sus camas en casa. Por otro lado, si Dios permite que vayan antes que nosotros al cielo, ninguna protección impedirá tales circunstancias.
Rara vez experimentaremos la paz que buscamos sin rendirle a Dios aquello por lo que oramos. En última instancia nuestra consolación no puede venir de la seguridad de que Dios protegerá a nuestros hijos, por irónico que suene. Nuestra consolación viene al confiar en un Dios que permanece en completo control y que realizará sus propósitos incluso en las peores circunstancias. Eso no puede cambiar, aunque parezca que el mal haya ganado el día.

No hay comentarios:

Publicar un comentario