Es verdad, para mucha gente los días
festivos traen dolorosos recuerdos. Heridas de la infancia ó pérdidas de seres
queridos, pegan fuerte a muchas personas durante ésta época sentimental.
Mientras que muchos celebran las alegrías de la época Navideña, muchos otros
sufren la soledad que la época trae.
Durante
uno de los momentos más desesperantes en la vida de David, el ungido y futuro
rey de Israel se encontró huyendo de dos diferentes enemigos –no era
precisamente un tiempo para celebrar. Con los filisteos al oeste y el Rey Saúl
al este, un David angustiado encontró refugio en la cueva de Adulam (1 Samuel
22:1-2). Desde la perspectiva humana, David estaba solo. Él mismo expresó la
manera en que se sintió por medio de una oración:
Nadie me tiende la mano…por mí nadie se
preocupa. (Salmo 142:4)
Pero David también dijo, Cuando ya no me queda aliento, Tú me muestras el camino.
(142:3)
En Hebreo, la palabra tú, denota un tono enfático, dando a
entender que sólo Dios verdaderamente entendió el dolor de David. Desde la
profundidad de esa cueva, David exclamó en voz alta, “Tú eres mi refugio”
(142:5).
Las palabras de David ilustraron
la tensión que hubo entre su afligida alma y su dependencia en Dios. La soledad extrema a menudo se asemeja a una
prisión –como lo experimentó David. Consiguientemente, pensamientos y actos
desahuciados emergen. Pero cuando nos sentimos abrumados y solos, podemos
recordar que el Señor está presente, y Él está “íntimamente familiarizado con
todos nuestros caminos” (139:3). A pesar de la manera en que nos podamos
sentir, la Palabra de Dios nos promete que esto es verdad.
Él
no nos ha dejado solos.
David,
en su ejemplo de vida nos enseña que las épocas de soledad son los momentos en
que debemos buscar refugio en Dios a través de la oración. No son momentos de
buscar las soluciones del mundo. El Señor constantemente nos enseña esto
durante las pruebas, despojándonos de todo, excepto de Él –una verdad que David
afirmó: “eres todo lo que quiero en la vida” (142:5 NTV).
Así
es que cuando nos sintamos solos –y quiero decir, verdaderamente solos –necesitamos aferrarnos a las promesas de
Dios, las cuales nos dicen que Él nunca nos abandonará…nunca nos fallará…y
nunca nos dejará (Deuteronomio 31:8, Mateo 28:20, Juan 14:18).
La
soledad es un llamado de Dios para acercarnos a Él.
Adaptado de “You’re Only Lonely” en
el libro por Wayne Stiles Going Places with
God: A Devotional Journey Through the Lands of the Bible (Ventura, Calif.:
Regal, 2006), 131.
No hay comentarios:
Publicar un comentario