¿Ha
imaginado estar en el lugar de José? Piense en qué problema se
encontraba. José, un hombre recto, comprometido con una joven casta. El
futuro parecía brillante mientras que planificaba construir una familia
con su futura esposa. Pero entonces, él oye la impactante noticia: María
está embarazada. Ese era un gran problema para José; especialmente
porque él, obviamente, no era el padre del niño. ¿Qué haría usted?
Al
principio, la noticia del embarazo de María le trajo a José un doble
problema. Él -una persona solidaria y responsable, preocupada por hacer
lo correcto- no estaba dispuesto a continuar con sus planes originales
una vez que percibió que una parte crucial de los mismos ya no era
aceptable. Su dificultad se intensificó, ya que al ser un hombre recto,
vivía preocupado por hacer lo que era correcto de acuerdo a la Ley de
Dios. Al comienzo, cuando José se dio cuenta de que María estaba
embarazada, sabía que no podía seguir adelante con su matrimonio. Sabía
que él no era el padre y, tuvo que asumir que otro hombre lo era.
La
segunda decisión difícil de José se refería a cómo debía tratar
entonces a María. Ya que era un hombre bueno y cariñoso, estaba dolido
por la idea de avergonzarla públicamente (una práctica común en aquellos
días cuando una mujer era infiel); y más aún ante la posibilidad de
exigir su muerte, según establecía Deuteronomio 22:23–24. No sabemos si
sentía ira, resentimiento o amargura, pero experimentó vergüenza por lo
que tuvo que asumir la realidad. Sin embargo, la preocupación de José no
era principalmente su propia deshonra y vergüenza, sino María. Mateo
1:19 dice: "José su marido, como era justo, y no quería infamarla,
quiso dejarla secretamente".
Por
lo tanto, el plan de José era divorciarse de María en secreto, por lo
que ella no tendría que soportar la vergüenza en su comunidad si
conocían su supuesto pecado. No hay muchos maridos que muestren sentir
tal firme y profundo amor por sus esposas. Eventualmente, por supuesto,
cuando el matrimonio no se hubiera consumado, todos habrían descubierto
que algo estaba mal. Mientras tanto, María estaría protegida de la
humillación y la muerte.
El
Señor, sin embargo, en Su providencia soberana y maravillosa gracia,
intervino directamente y le evitó a José el trauma adicional de
concretar sus planes de divorcio. "Y pensando él en esto, he aquí un
ángel del Señor le apareció en sueños y le dijo: José, hijo de David, no
temas recibir a María tu mujer, porque lo que en ella es engendrado,
del Espíritu Santo es."(Mateo 1:20). Ese versículo subraya el carácter
milagroso del nacimiento virginal y el carácter sobrenatural que rodea
todo el evento. También proporciona a José ("hijo de David") y a
nosotros la garantía divina de que Jesús tenía linaje real genuino que
llegó legalmente a través de José como un descendiente del rey David.
Las
palabras del Ángel ofrecen el máximo y más irrefutable testimonio a la
verdad esencial del nacimiento virginal y a la respuesta adecuada que
José debía tener ante la situación extraordinaria de María.
No hay comentarios:
Publicar un comentario