En
la Biblia, existen antecedentes de nacimientos extraordinarios. Como
parte del Pacto Abrahamico, Dios prometió enviar un hijo a Abraham y
Sarah (Génesis 17:19-22). Ambos eran mayores, y habían pasado la edad
fértil para tener hijos, y se rieron ante la perspectiva de convertirse
en padres; sin embargo, fueron testigos finalmente de la milagrosa
llegada de su hijo Isaac (Génesis 21:1-3). En Jueces 13, un Ángel del
Señor dijo a Manoa y a su esposa estéril que tendrían un hijo especial.
Fiel a las palabras del mensajero celestial, Sansón llegó al mundo; y
por un tiempo liberó a los Israelitas de la opresión de los filisteos.
Samuel,
el primer profeta, juez final y quien designaba a reyes, también
demostró en su nacimiento el poder providencial de Dios. Fue la
respuesta a las fieles y perseverantes oraciones de su piadosa madre,
Ana, quien no tenía hijos hasta entonces. La madre de Juan el Bautista,
Elizabeth, tampoco pudo tener hijos hasta que Dios intervino
misericordiosamente cuando ella era mayor de sesenta años, y la
convirtió en la madre del precursor de Cristo (Lucas 1:15-17, 76-79).
Pero ninguno de esos nacimientos especiales fue tan sorprendente como el
nacimiento del Hijo de Dios, nuestro Señor y Salvador Jesucristo.
A
pesar de que el nacimiento virginal de Jesús está registrado de manera
clara y concisa en las Escrituras, la mente no creyente de la humanidad
pecaminosa—resisten aceptar la verdad de su nacimiento virginal, y las
doctrinas esenciales de la fe cristiana.
En
primer lugar, antiguas mitologías y religiones del mundo falsifican el
nacimiento virginal de Cristo con una proliferación de historias
extrañas y paralelismos erróneos. Estas historias socavan y minimizan la
singularidad y el profundo impacto del nacimiento de nuestro Señor.
Satanás ha propagado muchas leyendas, todas con el fin de socavar la
naturaleza del nacimiento de Cristo y engañar a las personas para que la
vean como otro mito o algo que no es excepcional.
Además,
la era científica y el surgimiento de teologías modernas y postmodernas
durante los dos últimos siglos, han erosionado la confianza de muchos
creyentes profesos en la realidad del nacimiento virginal. (Junto con
esa tendencia, ha habido un notable descenso en el porcentaje de
"cristianos" que creen en la deidad de Cristo). Pero ese pensamiento
escéptico es tonto, y directamente contrario a la enseñanza explícita de
los cuatro Evangelios, las Epístolas y el testimonio histórico de toda
la iglesia temprana, de que Jesús no fue otro, que el Hijo de Dios
nacido de la virgen.
Con esto en consideración, investigaremos las preguntas más importantes sobre el nacimiento de Cristo: ¿Qué enseñan las Escrituras acerca de Su nacimiento, y por qué es importante? Encontraremos las respuestas en esta serie de artículos. ¡Quédese cerca!
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