lunes, 29 de octubre de 2012

JESUCRISTO, SEÑOR DE LA IGLESIA Y DEL PERDÓN - Mateo 16-18

“Yo te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi iglesia, y las puertas del reino de la muerte no prevalecerán contra ella. Te daré las llaves del reino de los cielos; todo lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo, y todo lo que desates en la tierra quedará desatado en el cielo” Mt. 16:18-19 
El Señor Jesucristo es la Roca y Salvación de la Iglesia, no Pedro. “1 Pedro 2:4-8 Señala que Cristo es la piedra angular, y se reitera en Efesios 2:20-22. La Iglesia se construye sobre la persona de Jesucristo e incluyendo a aquellos que confiesan al Señor como lo hizo Pedro. Las puertas del Hades no pueden prevalecer contra ella, porque Cristo ganó la victoria sobre el mal, en su resurrección. No sólo a Pedro se le dio la llave del reino, sino a todos los apóstoles y a la iglesia de todos los tiempos. Atar y desatar, es la acción que Dios ha perdonado el pecado y nadie tiene la autoridad para la absolución”. (Biblia Caribe. 1980)

En Mateo 17, Jesús, “allí se transfiguró en presencia de ellos;  su rostro resplandeció como el sol,  y su ropa se volvió blanca como la luz. En esto,  se les aparecieron Moisés y Elías conversando con Jesús”. Sobresale la declaración de Dios: “Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia” ¿Se complace Dios, de nuestra vida?

El Señor sana a un muchacho lunático, se cree que fue epiléptico; y anima a tener fe como un grano de mostaza. ¿Tienes fe chica, en un gran Dios? Jesús anuncia su muerte y muestra que es profeta, y es Dios, porque era omnisciente, conocía que pez tenía las monedas para pagar el impuesto.

En Mateo 18, los Ángeles sirven a Dios y  los creyentes.  Lo interesante es que el Señor ama a los niños, ya que el reino de Dios, les pertenece, y enseña la importancia de perdonar, de reprender para ayudar al ofensor, si reconoce su pecado, lo hemos ganado. Si no es así la persona es impía. Enseña con la parábola del siervo, el caso del rey que le perdonó una gran deuda a un siervo, pero éste no perdonó una pequeña deuda a su consiervo; cuando el rey supo esto, envío al siervo a sus verdugos quienes lo castigaron. Es mejor perdonar. Al perdonar libera a otros, y usted mismo se libera...

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