domingo, 4 de noviembre de 2012

LAS PARÁBOLAS Y EL REINO DE DIOS - Marcos 4-5

“Pero no les decía nada sin parábolas, aunque a sus discípulos se lo explicaba todo aparte”. Marcos 4:34

Las parábolas son siempre inquietantes, nunca reconfortantes ni relajantes. El evangelio no es un masaje. 

El mensaje no consiste de la elocuencia del predicador, sino de su sensibilidad de las personas y situaciones (terrenos) en quienes y donde se siembra la Palabra. Por encima de todo, el mensaje debe producir cambio de actitud y de conducta, a todos los niveles de la vida.. El misterio del reino representa el contraste radical entre la realidad que ahora experimentamos y lo que algún día, por la gracia de Dios, será. (Marcos. CBH. Caribe. 1990)

El reino de Dios, empezó con Jesucristo, y tenemos que vivir acorde a la voluntad de Dios; enseñando, sanando y sirviendo a los quebrantados de corazón. 


Cada persona es diferente, y la parábola del agricultor nos presenta cuatro corazones: uno el de junto al camino, con vida nominal, pues, la semilla ha sido comida. Los de la piedra, son los apostatas que no tuvieron raíz. Los de espinos se ahogaron en los afanes de la vida y el de buena tierra, dio fruto a todo nivel y es el genuino hijo de Dios.

Es interesante estudiar la vida de Cristo, Él fue al “otro lado del mar” y allí según Marcos había un peligroso endemoniado, indomable; pero el Señor, le expulsó los demonios, y fue transformado en un hombre cabal a quien el Señor le dio la misión de testificar de Cristo a su gente. No hay demonio ni maldad que resista el poder superior de Dios.

A “la otra orilla” por ruego de un alto dignatario, el Señor sana a la hija de Jairo, la revive y de paso es sanada de una hemorragia, una mujer.  Luego sana a una niña y le devuelve la vida.

Tengamos fe, no en un Cristo muerto, sino vivo, que sana el alma, y que salva al más vil pecador.

No hay comentarios:

Publicar un comentario